Aún hoy, al pasar por los aledaños del antiguo Estadio Insular, se oyen los ecos pretéritos no muy lejanos de las celebraciones de  los goles ante los grandes (Real Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla...); se escucha aún el prístino Pio - Pio, y el "estallar" de olas humanas con las históricas victorias.

Siempre me dolió ver el lamentable abandono al que fue sometido el "santuario" del aficionado amarillo, desde 1949 a 2003, del que ahora se ha convertido en  un parque público, lo que llaman "el nuevo pulmón verde" de la ciudad, con más de 11.000 metros cuadrados, cubiertos con con unas 160 palmeras procedentes de varias partes del mundo, una área infantil, un auditorio de pequeñas dimensiones, zonas verdes con lugar para hamacas y espacio para aparatos biosaludables.

Personalmente el proyecto no me agrada. ¿Qué mejor sitio para que nuestra cantera, quizás nuevos jugadores de la UD Las Palmas, aprendieran donde jugaron Tonono, Brindisis, Gemán Dévora, Carnevali, Toni Robaina...? Un "pulmón verde" más para la ciudad y una oportunidad menos para la proyección de nuestras nuevas promesas del sentimiento amarillo.